Lactancia ¿prolongada?

Lactancia “prolongada”: ¿por qué seguimos llamándola así?

Cuando hablamos de lactancia más allá de los primeros meses, muchas mujeres se encuentran con la misma pregunta: “¿Hasta cuándo vas a darle pecho?”. A menudo, esa pregunta no nace de la curiosidad, sino del juicio social. Y es ahí donde aparece el término “lactancia prolongada”, como si se tratara de una práctica poco común o fuera de lo esperado.

Lo curioso es que ni siquiera la Asociación Española de Pediatría (AEP) reconoce ese término. Para la AEP, simplemente se trata de lactancia materna. Porque lo natural, lo que nuestro cuerpo y el de nuestros bebés esperan, es mucho más que unos meses.

Lo natural no debería llamarse “prolongado”

Históricamente, la lactancia duraba varios años. La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses y después continuar junto con otros alimentos hasta los 2 años o más, mientras madre e hijo/a así lo deseen.

Entonces, ¿por qué llamarla “prolongada”? Ese adjetivo refleja más los prejuicios sociales que la realidad biológica. No estamos haciendo algo raro ni extraordinario: estamos respetando los ritmos de nuestros hijos e hijas.

El peso del “qué dirán”

Muchas madres sienten inseguridad o incluso vergüenza de dar el pecho más allá del primer año. A veces dejan de hacerlo no por decisión propia, sino por la presión externa: comentarios de familiares, miradas incómodas en público o la idea de que “ya es demasiado mayor”.

Pero lo cierto es que cada lactancia es única, y lo importante no es el calendario, sino la experiencia y el bienestar compartido. Dar el pecho a un niño o niña de 1, 2 o más años no es un capricho: es nutrición, consuelo, vínculo y amor.

Rompiendo etiquetas

Nombrar las cosas tiene poder. Si seguimos hablando de “lactancia prolongada”, reforzamos la idea de que se trata de algo excepcional, casi extraño. Pero si empezamos a hablar simplemente de lactancia, le quitamos ese peso y dejamos espacio para que cada madre viva su experiencia sin etiquetas ni juicios.

En tu camino a la lactancia, recuerda:

No existe una fecha de caducidad universal, no hay nada que demostrar ni justificar y lo único que importa es lo que tú y tu hijo o hija necesitáis. 


 

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